sábado, 27 de julio de 2013
Los psicólogos
Bazofia de la sociedad, no sufro mi mente, la disfruto cada segundo. Enseñar a pensar a las personas debe ser el trabajo más deprimente del mundo, quiero decir, ¿qué clase de satisfacción te produce adoctrinar a alguien para que sea uno más del montón? Es inútil, es como hablar con una pila de cemento.
Llevo más de 10 años soportando esto, no es agradable ir una vez por semana al consultorio de una psicóloga que te trata como un objeto. Tal vez sea por eso, LA profesional que no sabe hacer bien su trabajo.
Yo también tengo que estudiar psicología, está incluido en mi plan de estudio, pero siendo sincera, me repugna la idea de adocenar a la gente para que sea el producto casi perfecto del molde que el sistema impone.
Nunca dejé que entrara a mi cabeza, mucho menos ahora que parte de mi caparazón endurecido por los años presenta una debilidad.
Yo estoy bien, me siento genial y si eso no entra en tu programador para mi cerebro, no me importa, nunca me interesó. Nunca vas a pasar el umbral de esa puerta.
miércoles, 17 de julio de 2013
viernes, 12 de julio de 2013
Esto no tendrá mucho sentido narrativo...
Todo en este corto tiempo ha sido un sube y baja de emociones. Hechos trascendentes, otros no tanto, pero en fin, mi cabeza es una maraña irreparable.
Se supone que debería estar en viaje a casa en este preciso momento, y como en vez de eso, me veo en la cocina tomando un té y escuchando música, lo único que se me viene a la cabeza es el rostro furioso de mi hermana. No conseguí el pasaje del colectivo que llegaría a tiempo a Perico para el evento al que ella deseaba ir. Eso es lo malo de mi provincia, todo lo interesante está a, por lo menos, tres horas de viaje.
Volviendo al tema, estoy dejando todas las cosas para último momento y eso no es un buen hábito. Mi naturaleza de por si evita la interacción con el exterior, por más absurdo que parezca, no es algo que logro controlar. Es algo que lleva años desarrollándose en mi cabeza.
No tengo muchas ganas de volver a casa, y debo aclarar que no es a causa de las cadenas afectivas que me atan a esta ciudad, o por lo menos no en su totalidad ya que debo admitir que extrañaré a esa persona que se ganó gran parte de mí. Desde que vine nunca sentí esas ganas imperiosas de regresar a mi pueblo, nada en ese lugar -aparte de mi familia- me mueve un pelo. Todo es tan monótono y repetitivo. No hay privacidad y las críticas y opiniones llueven por doquier. No me gusta que la gente hable mucho de mí, nadie allí me conoce y muchos fallaron en el intento.
Sé que hay personas que al parecer esperan mi regreso con ansias, muchos preguntaron y pocos obtuvieron una respuesta. Creo que esta vez quiero pasar lo más desapercibida posible, evitar cualquier contacto con esas frustrantes personas y encerrarme en casa como antes a leer durante horas. Maldigo el día en el que tuve la delicadeza de mostrarles un poco de mí, por más pedante que parezca siento que fui la causante de ese estallido de gente sin personalidad emulando ser algo que nunca estuvo en ellos. Ahora son una plaga, con hormonas alteradas y desórdenes de identidad. Podría dar pruebas de ello, declaraciones de testigos e incluso grabaciones del nefasto hecho. Ya no quiero más errores de ese tipo, no los habrá. Me niego rotundamente a pecar contra mí misma de esa forma otra vez.
En fin, en algunas horas viajo a casa de mi abuela para luego llegar a mi hogar sin hacer mucho ruido.
Corran mientras puedan. La "rarita" vuelve a casa, esa chica arrepentida que corrompió la mente de sus hijos atentando contra su propia integridad mental.